Una pequeña fortuna por una pequeña suma.
En su novela autobiográfica póstuma, el poeta, dramaturgo y cronista mexicano Salvador Novo revela que, durante sus años mozos, mientras trabajaba como profesor de literatura bajo la tutela del crítico Pedro Henríquez Ureña este le hizo la siguiente pregunta al reconocer su entusiasmo por la palabra y la cultura latinoamericana: “¿Por qué no se hace usted filólogo?” Pero el catedrático dominicano no estaba al tanto de que el joven Novo afinaba una forma alternativa de explorar el habla y las prácticas populares, derrochando su sueldo en conscriptos pubescentes, o dirigiendo un pasquín destinado a choferes propensos al yire. Atento a lo que sucedía en la calle, Novo se volvió en un riguroso anotador de la vida cotidiana de su ciudad y de las mínimas señales de desacato frente a una moral- de derechas y de izquierdas- que censuraba las expresiones artísticas, sexuales o lingüísticas que suponían un desvío de la regla.
Al retomar sus lecturas, Novo se dedicó a rastrear en la historia indicios de vivencias semejantes a las suyas. En estos dos ensayos, Novo rescata del archivo precolombino a la auani, la puta, la mujer pública que vende su cuerpo, y el cuiloni, el sodomético paciente, para decir que el presente y el futuro del goce serán tan diversos e irreverentes como en su pasado.
En su novela autobiográfica póstuma, el poeta, dramaturgo y cronista mexicano Salvador Novo revela que, durante sus años mozos, mientras trabajaba como profesor de literatura bajo la tutela del crítico Pedro Henríquez Ureña este le hizo la siguiente pregunta al reconocer su entusiasmo por la palabra y la cultura latinoamericana: “¿Por qué no se hace usted filólogo?” Pero el catedrático dominicano no estaba al tanto de que el joven Novo afinaba una forma alternativa de explorar el habla y las prácticas populares, derrochando su sueldo en conscriptos pubescentes, o dirigiendo un pasquín destinado a choferes propensos al yire. Atento a lo que sucedía en la calle, Novo se volvió en un riguroso anotador de la vida cotidiana de su ciudad y de las mínimas señales de desacato frente a una moral- de derechas y de izquierdas- que censuraba las expresiones artísticas, sexuales o lingüísticas que suponían un desvío de la regla.
Al retomar sus lecturas, Novo se dedicó a rastrear en la historia indicios de vivencias semejantes a las suyas. En estos dos ensayos, Novo rescata del archivo precolombino a la auani, la puta, la mujer pública que vende su cuerpo, y el cuiloni, el sodomético paciente, para decir que el presente y el futuro del goce serán tan diversos e irreverentes como en su pasado.